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domingo, 13 de enero de 2013

Estrategia de recuperación del espacio público: modelo de gestión único en Colombia, pero no improvisado




Foto:Carolina Muñoz / Alcaldia de Bucramanga
La estrategia de recuperación del espacio público para los bumangueses es, en su género, un modelo de gestión único en Colombia. Pero no por ello improvisado.

Dada su creatividad, audacia propositiva y su modelo de alta inclusión social, muchos mandatarios locales y regionales voltearon sus ojos hace mucho tiempo hacia la Administración Municipal de Bucaramanga y su equipo de Gobierno, con el fin de replicarlo en sus ciudades y comunidades.

Lo propio han hecho muchos otros sectores locales que al principio no creían en las bondades de la estrategia para hacer realidad este anhelo de ciudad y hoy cierran filas en torno a ella.

Este modelo y todas sus herramientas se fundamenta, según Kadir Pilonieta, director de la Defensoría Municipal del Espacio Público, en el respeto irrestricto a los derechos fundamentales de los vendedores ambulantes, pero también en el derecho de las mayorías a disfrutar del espacio, como responsabilidad de todos.

Para lograrlo, afirma el funcionario, se tuvieron en cuenta esos derechos, pero también la posibilidad de ofrecerles a esas mujeres y hombres cabeza de hogar, que todos los días venden en las aceras sus productos, una salida para que dejen las calles en condiciones dignas, mediante un ofrecimiento que les dará la posibilidad de mejorar su calidad de vida.

Entraron en consideración ofertas tales como mejor nivel educativo, no sólo en primaria, sino media y hasta profesional, además de una garantía de mejoras en salud y seguridad social y la posibilidad de ser propietarios, por primera vez en sus vidas, tanto de sus viviendas como de sus lugares de trabajo.

Inspirado en un concepto de la Honorable Corte Constitucional y en obediencia a órdenes impartidas por la justicia, el Gobierno social de Luis Francisco Bohórquez se dedicó, mucho antes de ser elegido como Mandatario de los bumangueses, a elaborar esa estrategia que condujera finalmente a hacer realidad el anhelo de cientos de miles de habitantes de Bucaramanga: volver a disfrutar de todos los espacios de ciudad que les pertenecen.


Foto: Archivo/ Alcaldia de Bucramanga
En concordancia con ello, el primer año de Gobierno lo utilizó el Alcalde para aplicar un protocolo jurídico respetuoso de los derechos de los vendedores informales, y mediante un diálogo abierto y permanente les hizo ofertas institucionales, ofreciéndoles reubicación en diversos centros comerciales y zonas de mercadeo legalizadas, mientras estratégicamente los dejaba trabajar durante la Navidad y el fin de año, para evitar su quiebra.

Y aunque la Administración Municipal sabe que el próximo 15 de enero no se resuelve el problema de raíz, con firme convicción cree y tiene fe en que se le está madrugando a una solución que, a la postre, logrará dar sus frutos cuando desaparezcan los ciudadanos compradores ambulantes.

El propio Alcalde Social conoce que sólo si cada bumangués y cada visitante se exige a sí mismo nunca más volver a comprar en las calles, este fenómeno social tenderá a desaparecer, porque habrá nacido un nuevo modelo de cultura ciudadana en Bucaramanga, para ser emulado por el resto del país.

Qué importante sería, para los anhelos de construir la ciudad del siglo 21, que a lo largo y ancho de nuestras cuadras, nuestros barrios y nuestras comunas, se organizaran jornadas diarias, semanales o mensuales para no comprar un solo producto en las calles o andenes de la ciudad. Más interesante sería aún, que fueran los propios jóvenes quienes lideraran este propósito.

Porque hay que derrotar este nuevo fantasma de incultura que pesa sobre cada bumangués. Según estudios, casi el 100% de los bumangueses tenemos como cultura comprar en las calles. De ahí se alimenta ese problema que tiene características no sólo jurídicas, sino económicas y sociales.

En su estructura comercial, en nada se diferencia este fenómeno de invasión del espacio público por parte de los vendedores informales, con otro problema que afrontamos los colombianos, por las drogas.

Pero siempre lo miramos desde la barrera y lo criticamos sin mirar la viga en ojo propio: porque mientras haya consumidores ilegales, uno y otro problema subsistirán, porque el negocio se nutre de ellos.

Con razón el Defensor del Espacio Público, Kadir Pilonieta, piensa que lo que sucederá el próximo 15 de enero es una medida que no va a solucionar de raíz una manifestación social que ya cumple más de 20 años, pero sí le madruga desde este Gobierno a una solución.

“Es un proceso que comienza fuerte, en el que toda la ciudadanía debe participar”, dice con justa razón el funcionario.

Y con mayor justicia en sus palabras reclama: “La iglesia católica, las demás iglesias, las universidades, los comerciantes formales, los ciudadanos de a pie, las personas que usan y quieren el espacio público. Todos debemos acompañar este proceso, advirtiéndoles que el espacio no es propiedad del Municipio de Bucaramanga, es una propiedad colectiva y es deber de nosotros devolvérselo a la ciudadanía”.

Algo similar ha hecho el Alcalde, Luis Francisco Bohórquez, al convocar la solidaridad y corresponsabilidad de los bumangueses con el espacio público, para que ayudemos a esta importante decisión de la Administración, no comprando en las calles o andenes.

Igualmente, para que entre todos embellezcamos, en un ejercicio de coparticipación ciudadana, a nuestra capital, y le subamos esa nota de ciudad que debe tener Bucaramanga, si quiere estar en el contexto nacional como una de las ciudades más desarrolladas y cultas del país.

La Administración Local ya cumplió. Invirtió todos los 365 días de su primer año de Gobierno en conocer a esos hombres y mujeres que todos los días están en las calles en condición de ilegalidad, creó una estrategia económica y social completamente gratis, la socializó, los reunión, les pidió inscribirse, dialogar, refutar y comprometerse.

Al final, aún en contravía de muchos ciudadanos, pero en respeto a la dignidad y el derecho al trabajo de los ambulantes, les permitió irse a las calles en Navidad y fin de año, para que pudieran llevar el pan a la mesa en sus hogares y poner un regalo debajo de la almohada de sus hijos.

¿Qué más se les puede exigir a un gobernante, a su equipo de gobierno, a la Policía de la ciudad y a las demás instituciones encargadas de velar por la preservación y restitución del  espacio público?

Los vendedores que ocupan las calles, andenes y parques de todos los bumangueses y visitantes en condición de ilegales, deben honrar su palabra y devolverles el espacio público a los ciudadanos, o habrán traicionado la buena fe de toda la ciudad. 

Autor. Carlos Ibarra
Prensa / Alcaldía de Bucaramanga

PERFIL DEL VENDEDOR AMBULANTE DE BUCARAMANGA


Foto: Archivo/ Alcaldia de Bucramanga
Una investigación realizada por la Defensoría del Espacio Público, divulgada en septiembre de 2012, con las conclusiones que arrojaron 1.356 encuestas a comerciantes ilegales, señala, entre otros datos, que:

1- Muchos vendedores informales no saben leer y escasamente “saben contar el dinero que reciben producto de la venta”. Sin embargo, también se encontraron 15 personas con estudios universitarios.

2- Sólo 1.196 vendedores ambulantes informaron su lugar de trabajo. De ellos, 1.014 (79%) están ubicados en el centro de la ciudad, 110 en Real de Minas y 72 en Cabecera.

3- 637 de 1.356 encuestados informaron que tienen por lo menos un familiar ejerciendo este tipo de actividad.

4- En un mes de trabajo pueden ganarse $100 mil pesos y en el mejor de los casos pueden devengar hasta $1 millón y medio.

5- El informe puso en evidencia que existen personas que llevan hasta 20 años ejerciendo el comercio informal y el 67% de los vendedores informales ubicados en los sectores del Centro, Cabecera y Real de Minas están cobijados por el régimen subsidiado de salud.

6- El 59%, 796 personas, tienen sólo un nivel de estudios de primaria. Es decir, 5%, que corresponde a 73 personas.

7- Apenas el 5% de ellos tiene licencia de funcionamiento para sus negocios, es decir, sólo 65 informales tienen el aval que en el 2002 expidió la Secretaría del Interior de Bucaramanga.

Toda esta situación de marginalidad podrá cambiar a partir de hoy, si respetan su decisión de dejar las calles.

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