Que dejen gobernar a Lucho

Rafael Serrano Prada

Por: Rafael Serrano Prada
Director EL FRENTE

No se entiende por qué se vienen promoviendo en diferentes medios de la ciudad y el departamento campañas que insinúan malos hábitos de las administraciones municipales en los temas de la contratación oficial, cuando existen unos sólidos organismos de control representados por la Contraloría Municipal y la Procuraduría Provincial,  que tienen muy buenos equipos de investigación y nada han comunicado a la opinión pública sobre los presuntos hechos que puedan constituir daño fiscal en algunas inversiones oficiales.

Como si existiera un afán de venganza, de conspiración y de retaliación, para cumplir un objetivo político, se informa con odio acerca de los asuntos que comprometen inversiones provenientes del presupuesto general de rentas y gastos del municipio de Bucaramanga, como si estuviéramos asistiendo a la mayor orgía de contratos.

Foto: Archivo / Alcaldia de Bucaramanga

Un alcalde como Lucho Bohórquez, que tiene al frente la posibilidad de terminar su mandato e inaugurar muchas obras que avanzan simultáneamente, está limitado por las talanqueras burocráticas para  revisar todos los contenidos de las actividades que realizan las diferentes desentendencias oficiales.

Para eso existen unidades administrativas a cargo de los secretarios del Interior, Infraestructura, Hacienda, Educación, Valorización, Salud y Desarrollo Social, entre otras, cada una de estas dependencias con funciones propias, para atender cada uno de los requerimientos de las respectivas carteras.

Si el alcalde tuviera que revisar todos los contratos sobre nombramiento de maestros, ayudantes de enfermería, sicólogos, médicos, ingenieros, bomberos y celadores, se la pasaría todo el tiempo cumpliendo las funciones del jefe de personal, abandonando las altas responsabilidades de la administración, que son diversas, por el cúmulo de funciones que les fueron delegadas en la Constitución de 1991.

Foto: Archivo / Alcaldia de Bucaramanga

El año ha sido especialmente difícil para todos los alcaldes del país, porque hasta el mes de julio se levantaron las restricciones de la Ley de Garantías Electorales, que paralizaron los programas de inversión pública. En muchos casos, los servicios de transporte y alimentación de los estudiantes más pobres de las escuelas públicas, quedaron aplazados por una inamovible talanquera fiscal.

Se ha creado una insólita animadversión contra el alcalde de Bucaramanga, Luis Francisco Bohórquez, por haber aplicado un programa de su antecesor, el académico Fernando Vargas Mendoza, que dejó en vigencia un acuerdo del concejo municipal para el cobro de valorización por beneficio general para las obras de los intercambiadores viales, que requiere el sistema de transporte masivo (Metrolínea).

Foto: Archivo / Alcaldia de Bucaramanga

El debate público de esta medida permitió que el alcalde Bohórquez identificara otras fuentes de financiación y consiguiera del cabildo una rebaja del 50% en los gravámenes inicialmente aprobados por la municipalidad.

 Las obras tienen que hacerse para que Bucaramanga salga del estado de postración en sus sistemas de movilidad. Las últimas horas del plan vial que tiene la capital de Santander fueron ejecutadas hace veinte años, durante las administraciones de Carlos Ibáñez Muñoz y de Jaime Rodríguez Ballesteros, que hicieron posible la ampliación  del viaducto García Cadena, la construcción del intercambiador de la Puerta del Sol, el primer tramo de la carrera novena (Avenida Féisal Mustafá) y la prolongación de la calle 45 hasta la Central de Abastos.

Todos los demás alcaldes, desde Luis Fernando Cote Peña, pasando por Iván Moreno Rojas y Honorio Galvis Aguilar, tuvieron inconvenientes para continuar con el desarrollo del plan vial de Bucaramanga, que tiene un retraso de veinte años en su ejecución.

Lucho Bohórquez será coronado como un héroe, cuando entregue las obras del Puente del Bicentenario y la ampliación de la autopista a Florida, en el viaducto García Cadena. ¡Pero dejémoslo trabajar!.

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